Tronos

El Cristo de la Caída ha sido procesionado en tres tronos distintos. El primero y el segundo se hacen en los talleres de Plata Meneses; el tercero y actual se debe a la gubia del tallista ubetense Juan Dueñas López, con quien colabora también la citada casa de platería.

EL PRIMER TRONO DEL CRISTO

Historia

El primer trono llevó a la imagen del XVII ya desde 1904 y lo estuvo haciendo hasta los inicios de la guerra del 36, en que se supone que fue destruido. En realidad, no se conoce documentalmente quién lo construyó, aunque por lógica cabe atribuirlo a la Casa «Plata Meneses». De este trono se hace ya explícita referencia en el programa de 1905.

Descripción

Era muy alto, pues sobre la base se posaban dos cuerpos de perfiles troncocónicos de bastante elevación; tanta, que en el primero de ellos cabían dos filas de tulipas. Se remataban ambos cuerpos en sendas molduras decoradas con las clásicas ovas renacentistas. Las tulipas, por supuesto, se prodigaban por todas partes, sin que faltasen los candeleros, colocados entre ambos cuerpos y cargados de nueve tulipas nada menos. Parece que en los primeros años el cuerpo superior iba decorado con grupos de cuatro tulipas, idénticos a los de los varales. En las esquinas del cuerpo inferior, entre las dos filas de tulipas, lucían su encanto y gracia cuatro angelillos, que posteriormente desaparecieron del trono para ser sustituidos por nuevos candeleros, menores que los ya existentes, por supuesto. Este antiguo trono no hubiera desmerecido hoy de los actuales. Es más, estamos seguros de que aún seguiría siendo considerado como una de las joyas más preciadas de la Semana Santa ubetense, pues a través de las fotografías se distingue con nitidez no sólo su valor material, sino sus bellas proporciones y la calidad artística de sus labrados.

EL SEGUNDO TRONO DEL CRISTO Y TRONO ACTUAL DE LA VIRGEN

Historia

El segundo trono destinado al Cristo Caído se estrena en 1942, en la primera salida de la cofradía tras la guerra. También de la casa Plata Meneses, es en el que hoy se procesiona a la Virgen de la Amargura. Prestando, pues, sus servicios a la imagen de Benlliure estuvo funcionando hasta 1952, inclusive, o sea, once años exactamente. Durante esa década atendieron al mantenimiento y cuidado de su alumbrado eléctrico Matías Rodríguez, primero, y luego, desde 1948, Mariano Solán, quien puso los once candelabros de los que después hablaremos. En cuanto a la parte referente a su estructura, el arreglo del trono corrió siempre a cargo de la firma «Moreno, Molina y Cia.», aunque no faltó tampoco la colaboración de la carpintería de Antonio Díaz Gil. Lo limpiaba una señora por una módica cantidad y a la que se proporcionaba un tubo de «Brasso», limpiametales que por entonces debía ser el más eficaz, pues se repite su utilización en diversas ocasiones.

Fue utilizado este trono desde 1944 al menos para la procesión del Corpus, en la que, al igual que su homólogo de Jaén, portaba al Santísimo Sacramento. Todavía lo hacía en 1956.

Como ya se ha dicho, el trono que en la actualidad porta a Nuestra Señora perteneció al Cristo hasta la primera salida de la Virgen, efectuada en 1953. En aquella ocasión, fue conducido por un operario del Taller Electrodoméstico de Manuel Vila (Torrenueva, 1), que cobró 25 pesetas. Dicho taller se encargó también de darle aire a las ruedas y ponerle las cuatro al trono del Cristo, todo por 124´50 pesetas. Para adaptar la imagen al trono, fue necesario ponerla sobre una peana. Esta fue hecha por Juan Antonio Alameda (el director de la capilla Santa Cecilia).

Descripción

Dibujado en planta, el trono es un rectángulo con las esquinas achaflanadas. Sobre las faldillas de terciopelo azul, muy bajas (ahora, no antes), hay un pequeño friso decorado con baquetones del que se pasa mediante una escocia -con labrados fitomórficos- al friso principal, integrado por casetones separados entre sí por flores ristradas. El número de estos casetones era de ocho cuando iba el Cristo.

El aumento de su longitud, hecho en 1956, supuso que el número total de paneles que recorrían -y recorren- todo su perímetro alcanzase la cifra total de treinta y cuatro: diez a cada costado, más los cuatro de los chaflanes, más cinco por cada uno de los dos lados menores.

El palio, instalado en 1956 por Plata Meneses, tiene de altura 481 cm. y un ancho de 187 cm. y no desmerece de la magnificencia del trono. Está sostenido por diez barras (cinco a cada lado) redondas y doradas, de módulo estrecho, con finísimo labrado a lo largo de todo su fuste. No menos interesante es el cincelado de los pequeños capiteles corintios, ya de plata. De este metal también son los pilares superiores e inferiores en que se incrustan las barras. Al igual que en el friso principal del trono, estos pilares llevan ristras de flores como elemento decorativo.

El armazón del palio, confeccionado en plata, semeja un clásico entablamento integrado por arquitrabe, friso y cornisa. El friso es ancho y por el centro de la delantera lleva el escudo de la cofradía, con dos angelitos haciendo de tenantes y una coronación que sobrepasa la línea de cornisa. Bajo este entablamento cuelgan las bambalinas, a modo de festón, pues están cortadas a base de arcos de circunferencia. Son de terciopelo azul y llevan bordadas unas flores. Se adornan también con flecos y borlas.

Trono de la casa Plata Meneses

Nunca quizás sea más adecuado el término plateresco que cuando se aplica a esta joya, pues sus relieves responden a los mismos caprichos que hicieron de este estilo decorativo uno de los más originales de la historia del arte.

Innovaciones y restauraciones

Una de las adaptaciones esenciales que hubo de sufrir este trono para llevar la imagen de la Virgen fue el de la instalación de luces. Estas, formadas por 24 velas de madera con bombillas eléctricas en su cabezal, fueron puestas por Mariano Solán Costán, cuyo trabajo costó 1.300 pesetas, según factura de 8 de abril de 1953.

El cambio de trono no estuvo exento de ciertos inconvenientes, ya que la imagen de Nuestra Señora quedaba algo constreñida sobre él, que no había sido concebido para llevarla, por lo que en 1956 se modifica su longitud, añadiéndole dos nuevas calles o paneles a cada lado, lo que hacía un total de diez (sin contar las ochavas). Una vez alargado, también en este mismo año se le coloca el palio, realizado por la casa Plata Meneses, que previamente había enviado dos bocetos sobre la forma de instalación de las varas. De estos, la cofradía se decide el 16 de febrero por el segundo modelo, que pone la distribución equidistante de las 5 varas en el largo del lateral. De paso, sus directivos preguntan si pueden hacer bajar mediante un engranaje la plataforma del palio. Todas estas modificaciones se logran mediante la aportación económica del nuevo presidente, Sr. Rojas Siles, y de varios hermanos.

En 10 de noviembre del año 1956 es cuando se decide «comprar la tela suficiente para hacerle una funda al trono y palio de la Virgen». Pero no acabarían aquí las mejoras: además, se le pone nueva candelería y se cubre el techo del palio con plástico.

Cuando el trono de plata sacaba al Cristo, la altura de sus faldillas era mucho mayor que la actual. Pero al ponérsele palio, hubo que disminuir la distancia entre los bajos del trono y el suelo para que pudiese traspasar la puerta del templo. En consecuencia, se renovaron las faldillas, cuya confección estuvo a cargo de las monjas de Santa Clara108. Por su trabajo, estipulado en 1.200 pesetas, las clarisas no cobraron nada, sólo el importe de los materiales, que ascendió a 800 pesetas. Seguía de abadesa del monasterio Sor Guadalupe de Jesús, la misma a la que entrega Vassallo la imagen.

Es de suponer que fue en esta ocasión cuando se bordaron también las bambalinas, ya que no hay posterior constancia documental de ello. El 3 de diciembre de 1961 se pide a la firma Plata Meneses el muestrario de jarras para el trono de la Virgen, que en principio iban a ser regaladas por los hermanos que a ello se ofrecieron, aunque a la postre acabarían siendo donadas por el presidente don Luis Rojas, según se desprende del acta de 6 de mayo de 1962. En esta sesión, la directiva le agradece, entre otras muchas cosas, la donación de «las seis hermosas ánforas con sus trípodes». Quiere ello decir que las mismas hubieron de lucirse ya en la Semana Santa precedente de 1962. De estas ánforas, de 51 centímetros de altura, hoy siguen en poder de la cofradía cuatro, según el inventario de 1993, las cuales volvieron a ser plateadas para la Semana Santa de 1994 por la casa de Manuel de los Ríos, que cobró 60.000 pesetas. Muy posteriormente, el 11 de marzo de 1965, el presidente, don Luis Rojas comunica a su Directiva «que se encargaría de hacer un terciopelo movible para forrar el techo del palio de la Virgen». También se arregla el piso, con el fin de colocar sobre él una nueva candelería. Por las clarisas ubetenses se renuevan en 1971 las bambalinas con terciopelo.

Poco después, en 1973, tocó el turno a las faldillas, que se reemplazan también con terciopelo, aunque ahora no intervienen las madres, sino que son hechas por Francisca Fernández. Para su confección, don Luis Rojas y señora habían dado un donativo de 12.110 pesetas. En este mismo año del cambio de las faldillas, en junta directiva de 14 de mayo, el secretario, Sr. Herrera Ortega, presentó un proyecto para hacer subir y bajar el palio del trono de la Virgen. Se trataba de guardar este en la cochera del Sr. Marqués, si las medidas lo permitían. En tal caso, el proyecto se aprobaría bajo la lógica condición de que el trono no sufriera deterioro alguno. El resultado final fue que este siguió en Santa María incluso después de cerrada la iglesia en 1983.

Las eternas y bochornosas obras que en este templo se sucedieron y se siguen sucediendo intermitentemente reciben un empujón a principios de 1993. La consecuencia es que el trono de Nuestra Señora no podría acceder a la puerta una vez comenzados los trabajos, por lo que era preciso sacarlo de allí y buscar un sitio donde guardarlo. Se aprovecha esta salida y, antes que nada, se restaura todo el conjunto: respiradero, los diez varales, los cuatro candelabros y el techo de palio. Estuvo dicha labor a cargo de la sevillana «Orfebrería Andaluza» de Manuel de los Ríos, que dio un presupuesto total de algo más de un millón de pesetas frente a los tres que ofrecían otras casas118. El magnífico resultado pudo verse en la Semana Santa del año siguiente. Vuelto el trono de Sevilla, se guarda en donde ya hemos indicado más arriba.

Una pequeña, pero vistosa innovación se produce en el año siguiente de 1994 pues se colocaron en las tulipas cortabrisas de plata. En la Junta Directiva de 16 de mayo de 1996, dado que no es posible la adquisición de un manto, se propone comprar al menos el terciopelo para las faldillas del trono de Nuestra Señora, lo que en efecto se hizo, pudiéndose así estrenar dichas faldillas en la Semana Santa de 1997.

Una importante innovación vino en el año 2000, en que el trono de Nuestra Señora luce candelería de nueva factura debida al ya conocido taller de Manuel de los Ríos «Orfebrería Andaluza». El 3 de septiembre del año anterior, la Junta Directiva había aprobado su adquisición, autorizando que se desplazara a Sevilla una comisión para efectuar el contrato, dado el modelo, sus medidas y su número. Se encargaron 6 candeleros de 55 cm. de altura, 16 de 45, 20 de 35 y 12 de 25 cms. por un importe inicial de 1.209.158 pesetas, que luego se vería rebasado por más de 500.000 pesetas.Fue el siempre imprescindible cofrade don Manuel Díaz Vera el que hizo el viaje a Sevilla para recoger todas las piezas de candelería. Otra magnífica novedad, con la que se cierra este capítulo, habría de producirse después, ya que en la procesión del año 2003 se lució una nueva peana para la imagen de la Virgen, hecha en alpaca plateada por la Orfebrería Andaluza. En su frente lleva el escudo del Carmelo y atrás, el Ave María.

En 2009, se restaura y se le añaden 8 ángeles de plata, de tres tulipas cada uno, formando unos originales  Candelabros de Cola, que fueron realizados por la Orfebrería Juan Angulo de Lucena.

EL TERCER Y ACTUAL TRONO DEL CRISTO

Historia

El tercero de los tronos, el que en la actualidad lleva al Cristo, fue realizado en nogal y plata vieja («oxidada», se dice en un programa) por Juan Dueñas López, notable tallista ubetense.

Si acudimos a las actas de la cofradía, vemos cómo ya desde finales de 1951, concretamente, en la Junta Directiva de 9 de noviembre de 1951, el presidente D. Juan Pablo Pasquau, muestra «los presupuestos de la talla del nuevo trono, aprobándose el que presenta Don José (sic) Dueñas, por un importe de diez y siete mil quinientas trece pesetas». Este presupuesto figura, efectivamente, en la sección de Contabilidad de la cofradía, aunque rebajado en 1.000 pesetas.

Descripción

Esencialmente, el nuevo trono consta de la base, un segundo cuerpo que a duras penas recuerda al respiradero y la peana.

La base es sencillísima, pues la componen las faldillas, sin más aditamentos ni adornos que sus propios pliegues, y un ancho friso de la casa Plata Meneses que las remata. El metal lleva levísimas incisiones formando dibujos. De trecho en trecho sobresalen unos delgados floreros muy estilizados.

El segundo cuerpo está formado por la conjunción de dos volúmenes troncopiramidales en madera de nogal (el de arriba invertido con respecto al inferior), que recuerdan en cierto modo al «carrete» de los primitivos tronos malagueños. Los paramentos del módulo bajo tienen perfil en forma de gola inversa o, mejor, de cuarto de bocel, y los del alto de caveto o media caña. Dichos paramentos están profusa y bellísimamente tallados con hojas carnosas y flores, pudiéndose apreciar en el centro del frontal el escudo del Carmelo (puesto sobre el caveto) bajo el cual (sobre el bocel) hay un óvalo rodeado de pergamino cuyo interior semihueco hace la función de mirilla.

Remata todo el cuerpo superior otro friso de plata igual que el de abajo, aunque de menor perímetro.

Sobre la mesa van la peana del Cristo -de planta cuadrada con ochavas y base de plata, labrada en avispero- cuatro candeleros de siete tulipas, uno en cada esquina, y dos parejas de ángeles luciferarios en el centro de cada lado, a más de otro que, con las adaptaciones pertinentes, sirve de apoyo a la base de la cruz.

Valoración artística

Notas distintivas de este magnífico trono son la sobriedad cromática, la elegancia y el reconocido valor artístico de su talla. El equilibrio en la conjunción de los volúmenes y en sus proporciones es manifiesto. La adecuada combinación de nogal y plata constituyen un binomio originalísimo, digno de haber hecho escuela en la imaginería de la posguerra. Desde luego, de haberse creado esta, hubiese tenido un carácter eminentemente autóctono, reforzando de manera profundísima la personalidad de la Semana Santa ubetense.

Restauraciones e innovaciones

La revista Vbeda, en 1955, anuncia para este año importantes modificaciones en el trono, aunque no las especifica. Pero se sabe -según datos suministrados por don Pedro Latorre Martín- que a los pocos años de su estreno, al trono de Juan Dueñas se le suprimen unas tallas con figura de ángeles crucíferos que llevaba en cada esquina. Pensamos por todo ello que es en 1955 cuando -no nos explicamos por qué- se le despoja al trono de estas cuatro tallas.

En la segunda mitad del año 1956 debió terminarse la funda protectora, según se desprende del acta de Junta Directiva de 25 de mayo, que dice: «Se acuerda hacerle un regalo a las monjas una vez que hayan terminado la funda del trono». En 1962 se compra damasco a Tejidos Tuñón por valor de 347 pesetas para hacerle unas faldillas destinadas a la capilla y cuya hechura costó 100 pesetas. Debieron terminarse al año siguiente. Nuevas faldillas, pero esta vez para la calle, parace ser que se estrenaron en 1967. Para la Semana Santa de 1969, don Manuel Díaz Vera se encarga de llevar el trono al taller de Juan de la Cruz Garrido donde se le acoplan los 4 brazos y 12 soportes trasladados desde Talleres Reunidos. El Sr. Garrido, por su factura de 22 marzo cobró 322 ptas. A los dos años siguientes, la Ebanistería de Manuel Garrido Sánchez (en la calle Guadalupe número 2) cobraba 720 pesetas por la colocación de terciopelos y doseles en los dos tronos. Habrían de transcurrir veinte años para que de nuevo se produjeran innovaciones destacables en el trono. Así, llegado 1991 se le quita por los propios hermanos la densa capa de barnices acumulada y finalmente la Carpintería Luque lo barniza y encera. En 1994 vuelve a lucir la luz eléctrica en las tulipas, dado que su supresión no había terminado de gustar a la generalidad del público. En este mismo año se colocaron en las tulipas cortabrisas plateados. En 1997 vuelve a estrenar faldillas, hechas con la colaboración de las mujeres de la cofradía. Estas serían arregladas para la Semana Santa de 2001. Puesto que la iluminación de la imagen sobre el trono era muy controvertida y necesitaba de un detenido estudio, a finales de 2001 se solicita permiso al Sr. Arcipreste para trasladar a la sede social al Cristo y allí ver la forma de conseguir dicho objetivo. En efecto, así se hizo durante los días 25 y 26 de enero del año inmediato, pero las pruebas no dieron resultado, por lo que se optó por seguir con el alumbrado a base de cera. En la procesión del año 2003, salió el trono con cinco ángeles de alpaca plateada: el que ya estaba sirviendo de apoyo a la cruz del Cristo tras ser adaptado a esta función más otros cuatro, con carácter luciferario, de los cuales tres procedían del actual trono de la Virgen y uno se había mandado copiar a la Orfebrería Andaluza. En el Año 2009 los mencionados ángeles, pasaron a formar parte de los candelabros de cola del Trono de Plata que porta a Nuestra Señora de la Amargura. En el año 2.011 se le añaden 4 faroles en las esquinas del trono que sustituyen a las antiguas tulipas, así como 2 candelabros laterales con farol y 4 tulipas, obra todo ello de la orfebrería Angulo de Lucena.

Y en 2.014 el trono es adaptado para ser llevado a portadores, así se le añaden 6 barras delante y otras 6 detrás para que en cada mañana de Viernes Santo sea portado por cerca de 80 personas, volviendo al chasis de ruedas para la procesión General del Viernes Santo por la noche. Esta adaptación no ha supuesto ningún cambio en la concepción del trono que sigue exactamente igual ya que toda la reforma es interna para adaptarlo a barras y a un nuevo chasis que se realiza para ser usado o desmontado siempre que sea necesario. Estos últimos trabajos de adaptación los realizan varios miembros de la Junta Directiva junto con algunas empresas locales así como con la Orfebrería Orovio de Ciudad Real.